San Ignacio - Salto de las golondrinas

Esta vez fui en una excursión por lo que no me pude fijar cual es la ruta que te puede llevar a este municipio.

Fue una visita focalizada, como grupo teníamos un objetivo y lo cumplimos, reposamos en un lugar especifico (San Ignacio de Compostela) del cual quedé maravillado y fuimos a una cascada que a pesar de ser época seca todavía relucía su belleza natural.

Tan enfocado fue el viaje, que no tuvimos oportunidad de visitar la alcaldía, iglesia y parque como normalmente lo hago yo, pero en compensación les traigo fotos de los bellos lugares que si visité en San Ignacio.

La aventura comienza en un turicentro llamado San Ignacio de Compostela ya en el municipio de San Ignacio, muy bella por cierto la  recomiendo mucho, de entrada se siente un fuerte contacto con la naturaleza, pero sin descuidar los servicios básicos a los que estamos acostumbrados (agua, luz, etc) con cabañas, piscinas para niños y adultos, espacio para tirarse de la tirolesa (canopi) y canchitas para jugar fútbol con los amigos, esta vez no me tire de la tirolesa porque se me olvido de tanto andar revisando el lugar y preparándome para la futura travesía.
Este si es un espacio para el relax, el preludio perfecto antes de una agotadora caminata, pues para eso nos preparábamos para hacer senderismo hasta llegar a la cascada "El Salto de las golondrinas" la otra opción que teníamos era llegar al "Peñón de Cayaguanca" pero la dejamos de lado porque nadie se sintió con la condición física necesaria para llegar tan lejos.


La caminata fue muy interesante, no demasiado larga, los senderos no estaban inclinados en su mayoría y pasamos conociendo mas sobre los nativos del municipio, por ejemplo que ellos trabajan mucho el agro, las verduras y legumbres su especialidad (rabanos, coles, etc) vimos a personas jalando leña, los saludamos y nos demostraron la calidez propia del salvadoreño, demostrando que también tenemos gente muy amable aquí en El Salvador.
Finalmente llegamos a la cascada, el agua estaba fría, demasiado fría, tanto así que al meterme en la cascada me comenzaron a doler las articulaciones y no solo a mi sino también a mis compañero que decidieron mojarse en sus aguas, no era extraño escuchar fuertes gritos de cada persona que se decidía a  remojarse, pero no de dolor, sino de sorpresa porque no esperaban que el agua estuviera tan fría.

El regreso fue como la llegada, teníamos que volver a Compostela a almorzar y a disfrutar lo que quedaba del día.



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